miércoles, 9 de marzo de 2011

Cafetería


El paseo continuo hasta una cafetería cercana de mi casa. Diego siempre se pone muy pesado cuando llegamos, él siempre se quiere sentar al lado de la puerta. Pero esta vez me dejo a mi elegir el sitio...
- Ana, tenemos que hablar- con esa frase se destruyo todo mi mundo, el reloj de mi muñeca se paro igual que las palomas que volaban por encima de los grandes edificios.
El silencio reino por unos segundos. Mis ojos no podían soportar la presión y se cerraron.
-Ana, Ana... ¿Me escuchas?
-Si, si, dime
El café se estaba quedando frío pero no me importaba, me cogió la mano y respiro profundamente; su mano estaba helada pero no me importaba porque la mía estaba totamente caliente, sus ojos intentaban esquivar los míos cerrándolos y mirando de reojo a la camarera que nos había servido.
-Veras... desde hace tiempo, llevo pensando en lo nuestro y creo que...
-Sabía que lo ibas a decir, lo dejamos ¿no?
En sus ojos pude ver un alivio en cuando pronuncie esas palabras, su mano se quito rápidamente de la mía.
-Me tengo que ir.
-¡Ana, espera!
Salí de la cafetería con el rimel manchándome toda la cara, cogí mi bolso y sin darme la vuelta me fui corriendo. Lo único que podía pensar era que había hecho para que me dejara... Me daba igual.

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